IAN BREAKWELL
LA VIDA ES DEMASIADO CORTA.


 Vine sin ninguna expectativa a ver la exposición antológica de Ian Breakwell en el De La Warr Pavillion de Bexhill-On-Sea. Era uno de esos días de invierno en los que todo el mundo esta trabajando, el clima es horrible y no me atrevo a irme con la bici por ahí y tampoco me apetece quedarme en casa. Así que lo que hago de vez en cuando es coger un tren e irme a alguno de los pueblos de los alrededores, a dar una vuelta y refugiarme en algún museo. El pabellon De la Warr no es exactamente un museo, seria lo que se llama ahora edificio multidisciplinar. Es un edificio de estética modernista, curvado, sugerente y acogedor, lleno de ventanales que abrazan toda la luz posible que estos cielos grises permiten; y consta de sala de conciertos, cafetería, y un par de salas de exposiciones. “Keep things as they are”, la exposición antología de Ian Breakwell, es la mas completa exhibición de obras del artista y ocupaba ambas salas del edificio.

Ian Breakwell se definía a si mismo como diarista, y aunque su obra abarca todo tipo de disciplinas (pintura, fotografía, collage, instalaciones, narrativa...), sus diarios fueron los que le otorgaron mayor notoriedad y que llevo a cabo hasta sus últimos días, antes de morir de cáncer en 2004. Sus diarios ocupan gran parte de la sala principal, agrupados en grandes murales, formados por una combinación de textos y collages fotográficos. Resultaban interesantes visualmente, agrupados de manera conjunta y con las paginas formando murales, pero era difícil de leer de esa forma y juzgados simplemente como collages, tenían un aire de arte pop, quizá un poco anticuado. 

Sin embargo “BC/AD” (“Before Cancer/After Diagnosis”, antes del cáncer/después de la diagnosis) me impresionó. Esta fue su ultima obra importante antes de morir y lleva su condición de diarista hasta las ultimas consecuencias. La idea es bastante simple: en una habitación a oscuras vemos proyectados primeros planos de la cara del artista desde su infancia hasta sus últimos días; las fotografías se van superponiendo, mezclándose una con la otra. Mientras vemos estos primeros planos de Ian Breakwell, creciendo en las fotos, y yendo hacia una conclusión, inesperada para el en el momento que esas fotos fueron tomadas, escuchamos al propio artista narrando su día a día. Desde los primeros síntomas de la enfermedad, escuchamos en silencio y a oscuras como la respiración se le hace cada vez más débil y difícil, narrando como la enfermedad se va apoderando de todo, sin perder la ironía y con toques de humor, y lleno de momentos de belleza y dignidad. Paulatinamente se hace muy difícil de escuchar, especialmente en los últimos minutos de la narración, en las que los días se repiten, llenos de aburrimiento, del lento ritmo de la enfermedad, de la muerte llamando a la puerta. Tal vez uno de los momentos más sobrecogedores es cuando le escuchamos contarnos, con un débil hilo de voz y una respiración rota, la muerte de su gato que anuncia, como una profecía, lo irreversible. La hora de duración de la proyección ayuda a crear esa atmósfera agónica de una enfermedad terminal, en la que al final solo deseamos por el bien de todos, que acabe el sufrimiento. Quizá se podría acusar al artista de convertir su enfermedad en una especie de exhibicionismo morboso. Pero aunque como ya he dicho, la ultima parte de la narración resulta muy difícil de escuchar, creo que hay un mensaje positivo en esta obra. Tanto en los momentos de belleza y humor, que Ian Breakwell sabe ver en las pequeñas cosas incluso en una situación como la suya, como en la sensación que provoca a quien contempla “BC/AD”. Que sale de vuelta a la realidad lleno de amor por la vida, apreciando cada momento y cada gota de salud, como si pudiera ser el último, apreciando lo que tenemos sin dar nada por sentado. Otro detalle brillante de la instalación es que justo a la entrada podemos leer el poema de BreakwellFifty things worth getting up for”. Leído sin ningún tipo de referencia segun se entra resulta curioso, bonito, pero a la salida, después de haberlo escuchado en el hilo voz del propio autor, luchando con la enfermedad, adquiere una belleza casi mística, existencial.


50 RAZONES PARA SALIR DE LA CAMA
por Ian Breakwell.

Cuando me despierto estoy tumbado y pienso lo que George Brecht me dijo una vez, que nada se gana necesariamente saliendo de la cama. Así que decido que si de manera espontanea puedo nombrar cincuenta cosas por las que merezca la pena levantarse, entonces lo haré. Aquí va:

El cielo azul con estelas de vapor tornándose doradas por la puesta del sol.
Una tela de araña iluminada por detrás en la ventana de la cocina.
Un poste luminoso a media noche en una calle desierta.
El solo de Lionel Hampton en Stardust.
Una Guinness recien puesta, reposando en el bar.
Una mariposa blanca sobre una buddleia purpura.
Mi gata ronrroneando contra mi oído, su respiración en mi cuello.
Mi gata completamente estirada iluminada por el sol.
Un huevo pochado en una tostada de pan de soda
El solo de Clifford Brown en “September Song” de Sarah Vaughan.
El recuerdo de la primera vez que vi reír a Felicity.
El “Yeaaahh!” de Bessie Smith.
Un correlimos recorriendo el filo de una ola.
Un millón de estrellas en la Vía Láctea.
Oscuridad total. Las luces de un coche en lo alto de la colina iluminan un pino en una cortina de luz descendente. De nuevo oscuridad absoluta.
Un gavilán planeando.
Una trucha de mar saltando.
Un cormorán sumergiéndose.
Ganar un set 6-0 sin perder un solo punto. Y solo hace cinco años de esto, ahora no podría ni terminar un juego.
El gato lamiendo leche.
Un atardecer rosa.
Nutrias al amanecer.
Fucsias en flor.
Atardecer en el campo de cricket en el último partido de la temporada. La niebla se adentra lentamente.
Te Earl Grey Oolong.
Miles de aves migratorias girando en el cielo sobre el estuario. Un momento una masa oscura, al siguiente se hace invisible con el reflejo de la luz.
La primera caña de la temporada de pesca.
El sudor enfriándose después de haber hecho el amor.
Hígado de cordero frito con ensalada verde.
Mejillones a la mariniere
Estofado de rape
Los hoyuelos de su espalda
Un mújol gris girando en los bajíos del estuario.
Un cigarro liado de Golden Virginia.
Un largo baño caliente.
Gintonic.
Whisky caliente, limón, clavo y miel.
Un cafe expresso Gaggia.
Una cerveza Marstons Pedigree.
Dúo de mirlos cantando.
El coro del amanecer.
Luna llena sobre el agua.
Ternera a la sal en pan de centeno con mostaza y pepinillo
Un martini dry.
Un passing shot de volea.
Te lapsang Souchong.
Manzanos en flor.
Mi estudio en la luz de la mañana.

Pues eso hace cincuenta y me destapo, pongo los pies al lado de la cama y me pongo de pie.
Cientos de punzadas de luz parpadean delante de mis ojos, la bilis sube
desde mi estomago a mi garganta, y una ola de nauseas me hace sentarme de nuevo en la cama, tragando bocanadas de aire. Y entonces otro dia, como este, empieza.











No hay comentarios:

Publicar un comentario